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Los mejores restaurantes de Santiago

1. Astrid y Gastón

Desde que los chefs peruanos Astrid Gutsche y Gastón Acurio decidieran abrir, hace cinco años, una sucursal en Santiago de su propuesta original limeña, el restaurante “Astrid y Gastón” se ha transformado en un referente del circuito gastronómico nacional. Y, qué duda cabe, esa condición se justifica plenamente. Además de una oferta gastronómica de calidad superior, se valora enormemente su servicio, atento e informado, y una preocupación por los vinos que se refleja en la que debe ser la carta más completa del país. Un punto a destacar: a diferencia de lo que ocurre en otros de los mejores restaurantes, en “Astrid y Gastón” los postres no son el pariente pobre de la cocina. Todo lo contrario: recomendamos las trufas fritas con chocolate caliente al centro y el sushi de membrillo. Realmente fuera de serie.

2. El Europeo

Este restaurante interpreta plenamente la máxima de que no puede haber cocina de excelencia sin buenas materias primas detrás. Aquí, productos de calidad excepcional, unidos a cocciones perfectas y combinaciones armoniosas, se traducen en texturas siempre suaves, de sabores redondos y prolongados, que marcan la diferencia y lo hacen merecedor de su consabido prestigio dentro del circuito gastronómico nacional. La sala, con espacio para unos 40 comensales, es discreta, de tintes modernos y con cierta intimidad y el servicio es atento, con timings bien manejados y mozos que conocen la carta a la perfección. Como en todo buen restaurante, el menú es relativamente breve, pero no por eso renuncia a la variedad y la carta de vinos es completísima, donde además los mostos están indicados con año y valle de origen. Si tiene la suerte de poder visitarlo, no lo dude ni un sólo instante. Se sale con esa grata sensación de haber saboreado algo que es grande en Chile y en cualquier parte.

3. Puerto Fuy

Cada nueva visita a Puerto Fuy sorprende: una carta renovada, que saca partido de los productos de estación, pero que respeta los grandes clásicos que han construido su renombre, demuestra que a veces lo que empieza bien, termina mejor. La carta es generosa, original, diversa pero acotada, y el servicio, amable y atento, con levísimos problemas de timing en la coordinación de vinos y platos, se encarga de amenizar las esperas. La carta de vinos es interesante, una de las pocas donde las botellas son identificadas con el año y denominación de origen a la que pertenecen.

4. El Agua

Al igual que su local para 100 comensales, la propuesta gastronómica del consolidado “Agua” es moderna y original. “Cocina de autor”, como dicen, pero sin necesariamente mezclar de todo y de un cuanto hay. Los platos en general son de trama clara y la materia prima detrás, de primer nivel. Se valora también una carta de vinos extensa y con etiquetas cuidadosamente escogidas. No es barato, pero se trata de una cocina consolidada que responde razonablemente bien a las expectativas, acompañada siempre de un servicio excelente y profesional.

5. Nolita

Este restaurante ítalo-americano - cuyo particular nombre proviene de “North Little Italy”, un barrio de Nueva York en el que vivieron los hermanos Toro - fue la gran sensación gastronómica del año pasado y sigue siéndolo. Su chef, Pancho Toro, terminó de consagrarse como uno de los mejores de Santiago. Su concepto de elegancia mezclado con modernos y delicados detalles, y su servicio atento, hacen que, al igual que cuando estaba recién inaugurado, siga costando mucho conseguir una reservación.

6. Les Maitres

Su atractivo concepto como un restaurante que es la extensión natural de la selecta Escuela Culinaria de Francia, que funciona en el mismo recinto, y su gastronomía de inspiración francesa clásica, por la que se siente particular debilidad, hacen de este lugar una de las ofertas gastronómicas más distinguidas de la capital. La carta de vinos, bastante correcta, se complementa con su nivel culinario del todo delicado e indudable trabajo.

7. Cuerovaca

Si en Buenos Aires una parrilla chic es un clásico, en Santiago es un concepto gastronómico arriesgado. Esa es la apuesta de Cuerovaca, un local de mantel largo en pleno barrio El Mañío que compite, por un lado, con el buen asado campestre de fin de semana y, por otro, con sus pares argentinos. Su emplazamiento y decoración, su servicio informado y diligente, y su estupenda carta de vinos de precios muy atractivos, contribuyen a una experiencia agradable. Los precios son propios de un restaurante de alta gastronomía, en un local sofisticado y bien atendido.

8. Da Carla

Con una carta y chef distintos, el “Da Carla” de Nueva Costanera, inaugurado en 2003, apunta a una cocina más sofisticada y liviana que el de la clásica trattoria del Centro, pero manteniendo el registro italiano de calidad que hiciera su fama. Su espaciosa sala configura un ambiente de relajada elegancia, mientras que el servicio es discreto y eficiente como pocos. Si bien la carta de vinos es extensa y no existe referencia alguna al año de cosecha, se trata de un restaurante de precios elevados que se justifican por su cocina italiana de buena factura y, sobre todo, por su servicio cercano a la perfección.

9. Tierra Noble

En palabras de uno de sus socios, “todo a la parrilla”. Ese es el resumen de la propuesta de “Tierra Noble”, una reciente adición al polo gastronómico de Nueva Costanera. Pero ojo: se trata de una parrilla distinta, sofisticada y chic con precios de alta gastronomía. Su carta combina carnes (maduradas in situ), pescados y aves de caza, bajo el sello inapelable de una selección de ingredientes de primerísimo nivel. El local es elegante y distendido a la vez, y el servicio atento, discreto y diligente. La oferta de vinos es un plus, tanto por su excelente selección y precios, como por la presencia de un sommelier bien intencionado.

10. Alma

Desde la entrada, salta a la vista que el “Alma” es de aquellos lugares en que la sofisticación es reina. La carta ofrece dos variantes, una de reconocida inspiración tailandesa y una que persigue fusionar el mismo estilo oriental con el poder de los ingredientes locales. La oferta de vinos es bastante completa, incluyendo la posibildad de degustar vinos por copa, y el servicio es cálido y profesional, siempre atento a rellenar las copas y cambiar los ceniceros durante la sobremesa. Los precios son adecuados para una propuesta gastronómica de buena calidad.

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